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miércoles, 10 de agosto de 2011

SABELLA: LA ESTRATEGIA DEL FUTBOL CON EQUILIBRIO. ¿PODRA DARLE UN CAMBIO AL FUTBOL ARGENTINO? ¿HASTA DONDE LLEGARA?


El sábado que falleció su papá, Alejandro Sabella fue al velorio y volvió; ese día Estudiantes se entrenaba. Era la previa del clásico con Gimnasia, que su equipo ganó 3 a 0. Cuando llegó el momento de la charla técnica, repasó conceptos tácticos con los jugadores y, después, los arengó, como hace habitualmente. Todos sabían lo que había pasado, pero de él no salió una palabra. Mientras los jugadores iban rumbo a la cancha, Sabella se apartó y no aguantó; ahí, solo, se permitió llorar como un nene.
El “elegido” como entrenador de la Selección argentina no tiene cartelito de “vende humo”. Sus jugadores lo reconocen como alguien que sabe convencer por trabajo y manera de ser, aunque sin golpes bajos. Aquel 29 de agosto de 2009, a los futbolistas de Estudiantes les sorprendió cómo se manejó emocionalemente; ninguno de ellos le vio caer una lágrima, pero valoraron, principalemente, su respeto por el trabajo. Por eso, cada vez que hacían un gol, iban todos a dedicárselo. Sabella, el que en la semana desembarcará en Ezeiza, no dice mucho. Le gusta hacer todo para que hablen de él.
Piensa, luego existe. Al DT lo obsesiona el nombre de un obsesivo. Marcelo Bielsa es su referente, el hombre que admira; sin embargo, nunca habló con el ahora entrenador del Athletic Bilbao. Hace un año y medio le contó a El Gráfico qué es lo que lo invita a ser bielsista: “Es por lo que veo de sus equipos, por las horas que le dedica al trabajo y porque es una persona medida, respetuosa y responsable, me parece el mejor”, puntualiza.
Sabella es meticuloso al extremo que, según uno de sus ayudantes, Claudio Gugnali, habla constantemente con el futbolista, aunque hay dos cosas que no negocia: “El horario del entrenamiento y el azar”. Su mensaje, siempre, es achicar el margen de la suerte. El que “nunca se relaja” (lo define Rodrigo Braña) profesa con el ejemplo: “En Estudiantes no dejó de ir ni un día a las prácticas, por más que todos los titulares tuvieran libre; él iba por los cinco o seis jugadores que no habían jugado, más los juveniles. Eso es respetar imponiendo respeto”. Su entorno coincide. Sabella primero apunta a la parte humana; después, a la futbolística: darle fundamento al jugador.
Su carrera se inició de golpe, aunque no por eso dejó de meditar el tema. Después de cortar la conversación telefónica con Juan Ramón Verón, Sabella no dio una respuesta autómatica. Hasta entonces, el que será el entrenador de la Selección nunca había encabezado un cuerpo técnico. En ese momento el hombre estaba en su auto; lo estacionó y reflexionó la idea. “El piensa todo, es un estratega. Es muy pensante y llega a la verdad sin gritar”, le describe a PERFIL Gugnali, colaborador de quien debutó como DT a los 54 años. Su conclusión fue que “el tren pasa una sola vez” y que, si Estudiantes lo llamaba, era porque necesitaba de él. Fue a su casa, le contó a su mujer y salió para el club. De ladero de Daniel Passarella (lo secundó en River, Parma, Monterrey, Corinthians y las selecciones argentina y uruguaya), Sabella firmaba su pasaporte al mundo. En efecto, su meteórica carrera le valió ganar la primera Copa Libertadores que disputó como entrenador y le ató los pies al Barcelona en la final del Mundial de Clubes, en diciembre de 2009.
Dos perlas de un currículum que se encuadran en lo que Ernesto Cherquis Bialo, el vocero de AFA, comunicó el lunes pasado sobre lo pretendido del reemplazante de Sergio Batista: “El perfil que están buscando los dirigentes es el de una persona con identidad, con títulos, cuya presencia y posicionamiento sean debidamente respetados, que el jugador confíe en él, que tenga palmarés suficiente y que haya pasado por experiencias de altísimo nivel competitivo”, detalló.
Gugnali remarca con énfasis el día que Messi y compañía perdieron su esencia por la táctica de Sabella: “Me impresionó cómo ideó el partido contra Barcelona; redujo al mejor del mundo a ser un equipo cualquiera. Vi a Guardiola desesperado, pidiéndoles a sus jugadores que tiraran centros para empatar”.
Enseñar, la obligación. Si bien tiene como premisa el resultado, para Sabella ganar es una consecuencia. Su contenido reviste un costado docente. Preparado para el estudio, el hombre que habla cuatro idiomas dejó Abogacía en la UBA cuando debutó en Primera; el fútbol lo obsesionaba.
Así, consecuente con sus propias búsquedas, reacomodó su estilo. “Creo que yo era derecho y como jugaba de 10 y casi todos los 10 eran zurdos, empecé a patear de zurda todos los días y quedé zurdo”, ejemplifica.
Padre de cuatro hijos (dos con su actual pareja, dos con la anterior), elige refugiarse en su casa; también su lugar de trabajo. “El piensa en el fútbol las 24 horas”, exagera Gugnali.
Sobre su rol de entrenador, el ex DT de Estudiantes contó: “Tenía ganas de dirigir, sobre todo por mi vocación pedagógica”. Ahora asumirá el desafio de tener que aportar sus conocimientos a los mejores futbolistas argentinos.
El gen Bilardo. A pesar de surgir en River, su formación está vinculada con la escuela de Estudiantes. Como marca histórica, Sabella fue campeón bajo la conducción del ahora ex director de Selecciones Nacionales, en 1982. De él, entre otras cuestiones, absorbió las cábalas. “Es muy racional y pensante, pero con ese tema es especial”, reconoce Braña.
Su ex técnico preferido, precisamente, fue quien recomendó a Pachorra ante Julio Grondona. Ese apodo se lo puso durante el Sudamericano juvenil de Chile 1974 Marcelo Araujo, uno de los periodistas más identificados con Bilardo. Casualmente.
Marcelo Rodriguez Perfil.com
RECOPLILACION FUTBOL EN DESARROLLO